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Nacida en Ingelheim en 822, hija de un sacerdote inglés que vive en Mainz, Jeanne tomó el nombre de John el Inglés después de una desilusión amorosa. Después de convertirse en monja, pasó dos años en la Abadía de Ferrières en Gâtinais, desempeñando un importante papel diplomático. En 857, asombrada por sus conocimientos, fue coronada papa con el nombre de Juan VIII. Era, al parecer, un hombre guapo, pero se mostraba poco. Un día, cuando estaba participando a lomos de una mula en la procesión de la Ascensión en Roma y la multitud postrada lo vitoreaba, se cayó de la montura de espaldas, gimió y dio a luz a una niña, fruto de su relación con Lambert de Saxe, embajador en Roma. El dominico Jean Dailly escribió en 1250 que estaba condenada a ser lapidada por el pueblo de Roma.
La Santa Sede perforada por los pontificales.
Ahora, después de su elección, el pontífice tuvo que sentarse con las nalgas desnudas en una especie de silla perforada. Un diácono vino a cuatro patas para asegurarse, tanto visual como manualmente, de que el recién elegido estuviera realmente dotado de atributos colgantes, con razón llamados Pontificios.
Pero esta historia, contada por las crónicas de la Edad Media, es pura leyenda. Sin duda, iba dirigido al Papa Juan VIII porque había tenido la debilidad de reconocer al patriarca bizantino Focio, que había sido desterrado. Como resultado de su cobardía, le habrían dado el apodo femenino de "papa". También podría ser el Papa Juan XII quien se enamoró de una mujer llamada Juana y cuyo control sobre él era tal que también merecía el mismo apodo. Pero estas son solo suposiciones puras. En cuanto a la llamada silla especial, solo se conoce la silla estercoraria, que le recordaba a diario al representante de Dios que también estaba sujeto a las exigencias de la naturaleza humana básica ...
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