Interesantísimo Artículo sobre el tema.
Si estudiamos el tema en su contexto histórico, nos tenemos que dar cuenta que la iniciativa sobre este asunto, la llevaba la Iglesia católica, desde su punto de vista, obviamente.
Y se consideraba a la mujer como un instrumento de la tentación diabólica. Y en algunas vidas de santos,. aparecen como tal. Por ejemplo, a San Antonio, le tienta Lucifer, poniendo en su camino un río que hay que cruzar, dónde hay varias mujeres bañándose. Viendo el santo, lo que había, se dio la vuelta y una de ellas, se dirigió a él desnuda para conversar, él le pidió que se vistiera y ella se puso un traje muy elegante diciéndole que era la reina de un pequeño país. Y le habla de los inconvenientes de la virginidad.
La Iglesia interpreta esta situación como de dos tipos de tentaciones. Primero desnuda y luego como una Reina.
En los Cuentos Medievales, los estereotipos femeninos más usados son, alcahueta, viuda, esposa adúltera...Desde el siglo XII a casi finales del XIII, en España, la mujer ocupa un papel claramente negativo. Filósofos, naturalistas, moralistas y teólogos, intentan dar una explicación a la conducta de la mujer. Y dicen que ella es "húmeda y fría, frente al hombre que es cálido y seco". Y para rizar el rizo, "explican" que es una necesidad natural.
"Para los escolásticos, los cuerpos de las mujeres eran por naturaleza incontinentes y por tanto imperfectos y corruptos –al menos una vez por mes–ante los ojos que escrutan la verdad del género femenino, eminentemente creado para la reproducción. Las menstruas se conciben como un castigo suplementario que recibe la mujer por el papel decisivo que juega en el pecado original, un castigo durísimo si tenemos en cuenta la fuerza maligna que se atribuye al flujo menstrual, capaz, según se explica en las Etimologías de Isidoro de Sevilla, de ennegrecer el bronce, de hacer que los árboles pierdan sus frutos, o de volver rabiosos a los perros que hayan comido alguna cosa que hubiera estado en su contacto (Divi1: 140-141). "
Los médicos no se quedan cortos en sus apreciaciones, y sugieren que las diferencias de género están definidas a través de la sangre. Y según ellos, la menstruación la ven como la expulsión de un humor malo, a cvausa de tener menos calor y por eso no pueden hacer los mismos trabajos que los hombres.
Este ensañamiento constante en la historia medieval contra la mujer, llega a inducir, que si un hombre copula con ella cuando tiene la Regla, se arriesga a que su verga enferme de lepra.
La sangre femenina, se esconde, no tiene la misma categoría que la sangre masculina, que suele ser por algo heroico. Lo único positivo es que es "dadora de vida".
La Iglesia se vale de esta idea para contener la líbido. Y hacerlo únicamente para la procreación. Creo que la Iglesia, ha avanzado poco en este sentido.
El Derecho Medieval, considera a la mujer, como un ser menor de edad e incapaz.
En los países donde existe legislación germánica, no se reconoce la tutela paterna sobre la mujer mayor de edad, pero si la potestad del marido. Pero en algunas partes de Italia, en Francia , en España y en Portugal, tanto el padre como el marido tienen potestad sobre ella.
Así que esta actitud hacia la mujer, viene de lejos.
No puede disfrutar de su fortuna, si la tiene; ni administrar sus bienes ni presentarse sola a un tribunal. Tiene que ir acompañada de un hombre, padre, marido, hermano o un tutor.
" Con Tomás de Aquino (1225-1274). santo y doctor de la Iglesia, esta «hija de Eva» se convierte en «una deficiencia de la naturaleza» que es «por naturaleza propia, de menor valor y dignidad que el hombre»; tras una rigurosa y aplastante demostración, el teólogo afirma que «el hombre ha sido ordenado para la obra más noble, la de la inteligencia; mientras que la mujer fue ordenada con vista a la generación». Finalmente, el maestro termina diciendo que es evidente que para cualquier obra que no sea la de la reproducción, «el hombre podía haber sido ayudado mucho más adecuadamente por otro hombre que por una mujer» (Ellerbe 2007: 136). No es de extrañar, pues, que el derecho canónico, elaborado en su mayor parte en este ambiente en los siglos XII y XIII nos aparezca como tan misógino."
Y ahora, qué educación se propone para ellas?:
. "Primero han de recibir instrucción religiosa, luego han de ser formadas en el temor a los padres: o sea espantarlas con ser heridas, pegarlas si lo merecen, no acariciarlas ni hacerles arrumacos cuando lleguen al uso de razón. Aconseja igualmente a los padres que no les pongan nunca buena cara. Les deben enseñar a callar, a hablar poco y solo cuando se les pregunta, a no jugar con niños, a no tomar nada de lo que se les dé, a no gritar, a no reír, a mantener siempre la mirada baja, a no sentarse en las ventanas (Lo llibre 1981: cap. 16-29). Insiste en que no deben de estar nunca ociosas, sino siempre ocupadas hilando o tejiendo y que, además, aprendan a leer para estar más preparadas para criar y educar a su prole (Dotzè1986: caps. 553, 554, 562, 565). "
"El entendimiento de las mujeres se aprendía de forma oral, de madres y abuelas a hijas y nietas. A pesar de los consejos masculinos muchas madres, ricas y pobres, mimaban a sus hijas, les enseñaban a hilar y a cocinar, pero también –por muy mal visto que fuera–a hacer cosméticos y a bailar; las llevaban a misas y sermones, como a convites y fiestas. Las niñas aprendían de sus madres a encender y mantener el fuego del hogar, pastar pan, lavar, coser. Las madres inculcaban saberes y valores, costumbres, tradiciones, creencias y ritos ancestrales, experiencia de su propio cuerpo, ciertas prácticas médicas, técnicas diversas: a hacer jabones y lejías, arreglos y adornos, perfumes, conservas. "
"A las jóvenes se les inculca la templanza, la virtud de temperar, moderar y frenar los instintos se traduce en la imagen de una chica que denota calma, compostura y autocontrol; su deber es el de dominar los impulsos evitando los excesos físicos y especialmente emotivos."
"La Iglesia diseña los modelos de la sexualidad femenina y masculina. En principio la iniciativa la ha de llevar siempre el hombre, de la mujer se espera una actitud pasiva, en especial a la hora de pedir el débito conyugal. sobre el sexo que han de tener las mujeres, y nunca decir que sí a la primera"
Las edades de las mujeres, serían también cuatro: niña, doncella, mujer adulta, anciana. El autor consagra la última parte de su obra a la vejez. Para ellas el acento se coloca en la necesidad de hacer penitencia, ayunar, orar, dar limosna, su penitencia debe realizarse sabiamente para que no puedan culparlas, dar buenos consejos a los jóvenes y no hacer se cómplices con ellos. Deben evitar todos los males y pecados y confesarse de todas sus fechorías.
Incluso las muy viejas, continúan siendo hijas de Eva y, por lo tanto, tienen mayor necesidad de contrición. Contrariamente a lo que dice sobre los hombres ancianos, de Novara divide a las mujeres entre viejas buenas y malas:
Las buenas ancianas son de gran beneficio para los jóvenes.
Ya viudas, asumen las funciones masculinas de jefe de familia. Y tienen la voluntad de pecar con el cuerpo, no asumen que son ancianas, y se enfadan, y para mostrar que no son ancianas, se maquillan, y se tiñen el pelo.
Según el moralista, los hombres escapan a esta tentación de no querer admitir la vejez, porque tienen una voluntad más firme y un mayor conocimiento del honor y de la vergüenza.
"Esta mujer vieja es una especie de arquetipo del fin de la Medievalidad: la vetula, personaje del cual la Iglesia sospecha porque se le supone conocer secretos de mujeres vetados a los hombres. En las sociedades campesinas y urbanas medievales, a menudo presente en el momento de los ritos de paso –nacimiento, muerte–, la vieja goza de experiencia en materia sexual, aconseja a las mujeres de sacar partido a los artificios de la cosmética y de poner en valor sus ventajas con el objetivo de engañar a los hombres. En la literatura satírica juega el rol de alcahueta. Menopáusica, es de naturaleza fría y seca. Sin poder purificarse por las menstruaciones, es tóxica. En el extremo fin de la Edad Media, más aún en el siglo XVI, se convierte en la imagen de la bruja. En los escritos de Roger Bacon la vetula representa el arquetipo de la utilizadora de magia demoníaca".-
Esta forma de pensar, lamentablemente es difícil de erradicar en algunas personas.
"Cabría preguntarse el porqué de esta profunda aversión a la vejez, que no es patrimonio solo de las mujeres, sino que el desprecio hacia los viejos es igualmente una constante y un motivo recurrente de burla en la literatura satírica, en especial al hacer mofa de las relaciones amorosas entre doncellas y ancianos. Si profundizo en la cuestión encuentro una serie de condicionantes sociales y económicos susceptibles a tener en cuenta. De entrada, la peste negra, y las reacciones de las gentes, el carpe diem y el culto a la belleza renacentista (Cuadrada 2012: 199-200). Sabido es que las epidemias atacaron con mayor intensidad a los más jóvenes, de ello resulta que los hombres mayores resultaron el grupo más favorecido, en especial los viudos, quienes gracias ala nueva coyuntura y a su estabilidad económica vuelven a casarse con chicas muy tiernas. No era el mismo caso para las viudas, sobre las que pesan un gran número de prejuicios sociales, morales y médicos (Carlé 1988: 44 y ss.). A veces se consideraba que, a causa de las depresiones y de la falta de hombre, las viudas, y más si eran viejas –las mujeres menopáusicas, según el pensamiento dominante, eran peligrosas en todos los sentidos–tenían ciertas fantasías eróticas y relaciones con el diablo (Quaife 1989: 128).
Las
mujeres tienen conciencia, pues, del maltrato y la denigración que sufren, la reina María no es la única ofendida. En relación a esto, aunque sea muy conocida y profusamente citada, no me resisto a obviar a Christine de Pizan. La autora construye su propio canon, basado en la reescritura de la historia, de la tradición y del mito (Blumenfeld_Kosinski 1997: cap. 5), en nombre de lo que hoy llamamos diferencia de género.
Advertimos pues que no todo es ultraje e injuria, muchas mujeres –no sólo Christine–burlan los discursos masculinos dominantes y se desempeñan hábilmente en espacios femeninos definidos por la complicidad, el intercambio, la crítica y la ironía. Para encontrarlas, indudablemente, hemos de apartarnos de las literaturas teológicas, doctrinales, jurídicas o médicas, para ir a buscarlas en los ámbitos de la contravención y por ello los escritos han de ser también otros. Para concluir, pues, traeré a colación, aunque sea brevemente, la literatura jocosa, amoral, de unos escritores valencianos de la segunda mitad del siglo XV y primera del XVI. Son composiciones donde domina el optimismo y donde el propósito moralizador es solo una excusa para el libre ejercicio de la risa y la burla. Las mujeres aparecen retratadas en su contexto burgués, a veces diferenciando pobres y ricas, todas ellas incontinentes en el hablar, visitadoras, ventaneras, indiscretas, chafarderas. Me interesa, sin embargo, la afición que tienen esas valencianas a hacerse visitas, costumbre arraigada y habitual O sea que los lugares de reunión de las mujeres no son solo las iglesias, también lo son las reuniones femeninas, lugares de «secretos de mujeres».
En las visitas se habla de todo: cuestiones cotidianas, sexo, amor. La mujer encuentra, junto a otras de más experiencia, los conocimientos transmitidos por vía oral de generación en generación, los métodos abortivos y contraceptivos, las astucias para conseguir el amante deseado, las reglas de la infidelidad matrimonial. Durante el siglo XV, gradualmente, la rigidez de la ortodoxia cristiana en materia de sexualidad que he presentado más arriba deja paso a una mayor relajación: el placer y el amor, palabras que habían quedado en el olvido remoto de la poesía cortés, vuelven a estar presentes. La comunicación es más abierta, mucho más de lo que admitían, predicaban y anhelaban las jerarquías eclesiásticas. Por todo ello los hombres ven estos encuentros como una peligrosa forma de relación a la cual no pueden acceder, por eso condenan y critican a las mujeres: Se pasa pues de las ventaneras medievales a las visitadoras renacentistas, pero la sanción social es la misma. "
"El elemento que caracteriza el «secreto de mujeres» es su marginalidad, su carácter transgresor, su desviación respecto a la cultura oficial. Las mujeres hablan de su mundo desde su mundo, se convierten en sujeto y objeto del discurso. Ellas son hábiles y se cuidan de preservarse de cualquier injerencia:
La temática preferida es la sexual. La mujer posee el ars erotica. Ramon Llull nos ofrece un relato que lo ejemplifica. Cuando un ermitaño pregunta a una vieja porqué censura la vida lujuriosa de su hijo y no la de su hija, esta le responde que es debido a que mientras el hijo dilapida el dinero, la hija lo consigue; además, habla libremente con ella de los detalles relativos al sexo y al placer, cosa que no puede hacer con él (Llinarès 1986: 18). Estos aspectos jocosos, picantes, cotidianos y corrientes exponen con todo colorido la vida misma, tal como los encontramos en el Col·loqui de dames, en los diálogos celestinescos y en los de las reuniones de los Évangiles des Quenouilles, en la Picardía francesa. Pocos son los ejemplos con los que contamos de esos universos femeninos informales, no supeditados a las normas ni discursos de los hombres. Ahí estaban ellas viviendo en espacios propios, alternativas con toda naturalidad, sin conciencia ni intencionalidad ninguna de serlo. Pienso que es indispensable empezar a plantear que las leyes y los dictados masculinos tenían una existencia que operaba en un plano distinto, teórico, mientras que la praxis femenina se desarrollaba a otro nivel que poco o nada tenía en común. Ambos convivían sin mezcla.
Creo que es desde la comprensión de las realidades complejas y desde análisis poliédricos que podremos reconstruir una historia menos opresiva y menos victimizante de las mujeres, reconociendo y realzando sus áreas de libertad y autonomía personal y colectiva. Porque eran libres esas ermitañas y ascetas travestidas en aras de la santidad a su manera, saltándose confiadamente las prohibiciones. Actitudes de este cariz obligaron a las jerarquías eclesiásticas a tomar medidas drásticas ante delitos tan flagrantes y, desde su óptica, contra natura. Así, no debe de extrañarnos que ,en la primera exposición sistemática sobre la brujería, el libro quinto del Formicarius de Johannes Nider, escrito aproximadamente en 1436-1437,trate en el capítulo 8 de cómo se debe de huir del placer sexual, sobre las mujeres con ropa varonil –asimiladas a magas diabólicas–y sobre la lengua, el eclesiástico y la mujer."
Independientes también lo fueron las trovadoiritz, las cátaras, las médicas que ejercieron secretamente durante toda su vid., Esta necesidad de reunirse de las mujeres, de narrar, bromear y reír no se da únicamente en las cortes aristocráticas–que también–o entre jóvenes florentinos ociosos huyendo de la epidemia. Al contrario, es una actividad y una forma de vivir la vida en compañía –en relación dirán algunas feministas–completamente de mujeres, y ahí se reflejan los modos de entender la existencia, el sexo, el nacimiento o la muerte, en las antípodas de las percepciones masculinas –dice de La Cerda, citando a san Jerónimo: «Dos casas solas ha de tener la viuda, las quales ha de frequentar. La una, la propia casa donde mora. La otra, la Iglesia» (de la Cerda 1599: 430-431)–. A la vista está que ellas andaban por otros muchos lugares, que no paraban quietas en el hogar o el templo, que transgredían los preceptos, a pesar de tantos y tantos esfuerzos discursivos e impositivos de todo tipo y de tan poco éxito. El deseo femenino no atiende a esas razones.
La lujuria y los secretos de las mujeres en la Edad Media
Coral Cuadrada
Història i Història de l'Art. MARC (Medical Anthropology Research Center)
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